``La Noticia De La Semana´´ "Ojo con la basura espacial"

Puede sonar lejano, casi de ciencia ficción, pero allá arriba en el espacio un auténtico vertedero de chatarra gira sin control sobre nuestras cabezas. Hace unos días el satélite alemán Rosat se desintegró en pedazos al entrar en la atmósfera tras pasar sobre Canarias, y en septiembre el Uars impactó en el Pacífico Norte. Es la basura espacial.
Nada de alarmas. Los expertos aseguran que el riesgo para las personas es minúsculo. Es más probable, dicen, que nos parta un rayo a que nos caiga encima un trozo de chatarra espacial. Pero reconocen que es un problema serio al que hay poner solución antes de que el espacio se convierta en un completo basural imposible de explorar.


Desconcierta que el despliegue tecnológico espacial no haya permitido saber con exactitud dónde cayó el telescopio alemán de rayos X Rosat. Según la Agencia Espacial Alemana, el aparato de 2,7 toneladas se desintegró al entrar en la atmósfera, aunque hasta 30 fragmentos han podido caer al mar en un lugar indeterminado entre India y Birmania.
No han causado daños, pero ¿y si hubieran caído en una zona poblada?


«Desde el Sputnik (el primer satélite artificial de la historia lanzado por la URSS en 1957) nunca se ha registrado ni una sola persona herida por la caída de basura espacial» , señala Miguel Belló, doctor en Ingeniería Aeroespacial y director general de Elecnor Deimos, «el verdadero peligro es para las misiones espaciales y para los astronautas».


Recuerda Belló que una minúscula partícula de menos de un milímetro a 28.000 kilómetros por hora perforaría el traje espacial de un astronauta y acabaría con su vida. Ya se han dado varios casos de carísimos satélites en uso que se han perdido por colisionar con chatarra flotante.

Se multiplican. Las bases de datos registran hasta 16.000 objetos orbitando sin control. «Y esos son los que vemos desde la Tierra, se calcula que los que nos vemos son más de 100.000», apunta Belló.
El agravante es que esos trozos descontrolados se multiplican cada vez que hay un impacto en el espacio. Se calcula que cada colisión genera unos 2.000 fragmentos de chatarra que a su vez se convierten en proyectiles en órbita. La basura espacial crece a un ritmo del 5% cada año.


«Si llegara un punto de inflexión de alto riesgo de colisión que impidiera poner más satélites en órbita sería un desastre», advierte Belló, «porque ya no podemos imaginar el mundo sin los servicios que prestan, las comunicaciones, la meteorología, el GPS... Todo eso se frenaría», añade.

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